Por Tamika Sims, PhD | 19 de abril del 2017
Última actualización 7 de septiembre del 2017
Las historias de las noticias y las conversaciones cotidianas sobre el uso de pesticidas para proteger nuestro alimento, fácilmente pueden ser mal interpretadas y nos dejan confundidos sobre la seguridad de los alimentos que comemos. Incluso hemos discutido el uso de pesticidas en la agricultura orgánica y convencional, detallando cómo ambos métodos producen alimentos que son seguros para el consumo. Pero la cobertura reciente de la decisión de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) de no prohibir el uso de un pesticida llamado clorpirifós puede haber hecho que te rascaras la cabeza una y otra vez. Hagamos una pequeña revisión sobre el clorpirifós para que nos ilumine sobre este “viejo, pero nuevo” plaguicida.
¿Qué es clorpirifós?
El clorpirifós es un plaguicida convencional que se utiliza desde 1965. Es uno de los más utilizados (casi 100 países en todo el mundo). Se utiliza para proteger una serie de cultivos diferentes en todo el país, incluyendo cacahuates, melocotones, manzanas, maíz, naranjas, remolacha azucarera, girasoles, algodón y alfalfa. Básicamente, ¡podemos agradecer a los clorpirifós por ayudar a proteger muchas de nuestras frutas favoritas y mi flor favorita!
El clorpirifós pertenece a una clase de plaguicidas llamados organofosforados, que son capaces de controlar insectos (tales como múltiples tipos de áfidos, gorgojos, hormigas y gusanos de raíz, entre ellos), que pueden dañar los cultivos.
Establecimiento de normas para el uso de clorpirifós
Como parte de la elegibilidad de registro de clorpirifós (capacidad de ser utilizado como un producto químico de protección de cultivos), la EPA establece normas estrictas. Para que los pesticidas sean aprobados por la EPA y otros, se debe realizar una investigación vigorosa para establecer las directrices de seguridad para su uso.
Se utiliza una extensa investigación para mitigar y monitorear la posible exposición humana. El clorpirifós puede utilizarse con seguridad para proteger nuestro suministro de alimentos, pero deben adoptarse medidas adecuadas, a medida que los agricultores aplican este pesticida a sus cultivos. Un gran grupo de estudios toxicológicos (pruebas de laboratorio en animales y otras evaluaciones científicas) sobre la exposición de los clorpirifós a los seres humanos y los efectos sobre la salud, se ha centrado en gran medida en la exposición ocupacional, donde los niveles de exposición pueden ser elevados. Estos estudios son importantes para asegurar la seguridad de los trabajadores que lo usan.
Además, se han realizado estudios para garantizar que la exposición al individuo medio permanezca en un mínimo. La exposición a los clorpirifós por medio del consumo de los productos, se mantiene a un nivel mínimo a través de los establecimientos de tolerancia de la EPA para residuos de plaguicidas en los alimentos. Estos niveles bajos de exposición a los residuos se establecen mediante una amplia investigación de evaluación de riesgos. Una vez que la tolerancia es establecida por la EPA, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) y la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) aplican tolerancias para asegurar que el suministro de alimentos de la nación se mantenga de manera segura.
¿Qué significa esto para los alimentos que como?
La EPA, la FDA y el USDA no recomiendan ningún cambio en la dieta o de los niños en función de la posible exposición al clorpirifós. Además, la EPA afirma que “… simplemente porque se detecte un residuo de plaguicida en una fruta o verdura, no significa que sea inseguro”. Al igual que los otros plaguicidas, usados tanto en la agricultura convencional como la orgánica, la exposición a los residuos es controlada en nuestro suministro de alimentos.
Esto también ha sido apoyado por la publicación del USDA del Servicio de Comercialización Agropecuaria del Resumen Anual del Programa de Datos de Plaguicidas 2015 (PDP). Por más de 25 años, el PDP ha probado una variedad de alimentos incluyendo frutas y verduras frescas y procesadas, productos lácteos, carne y aves, granos, pescado, arroz, productos especiales y agua, por la presencia de residuos de plaguicidas. El informe más reciente señala que nuestra comida sigue siendo “segura y sana”.