Por Alyssa Pike
Post – 13 de febrero, 2019
¿Alguna vez has notado cómo algunas personas hablan sobre sus emociones negativas relacionadas con la comida? Por lo regular las palabras y frases como “malo”, “culpable” o “no debería” se asocian con ciertas ocasiones de comer o tipos de alimentos que deben ser agradables, de celebración o simplemente neutrales.
Muchas veces, en función de su información nutrimental, la composición de los ingredientes y si se les considera procesados o no, los alimentos son etiquetados por muchos como “buenos” o “malos”. Estas descripciones de todo o nada pueden presionarnos para que desarrollemos autopercepciones problemáticas: porque la forma en que describimos nuestra comida puede transformarse en la forma en que nos describimos a nosotros mismos para comer esa comida.
Este día de San Valentín, te desafiamos a que le des un poco de amor a la forma en que hablas de ti mismo y de los alimentos que comes.
Replantea pensamientos como “Necesito ganarme mi comida” por “Se me permite comer comida porque me da energía para el día”. Repite después de nosotros: no necesitas “ganarte” tu comida. Independientemente de lo que hagamos durante el día, nuestros cuerpos necesitan alimentos para funcionar. Es posible que tengas más hambre en los días en los que estés más activo, pero incluso si no haces nada durante todo el día, aun así, necesitas alimentos.
Replantea pensamientos como “Este alimento es malo” por “Este alimento es menos nutritivo, pero eso no me convierte en una mala persona para comerlo”. Nuestra comida no debe ser acompañada de vergüenza. Desafortunadamente, cuando comemos lo que llamamos una comida “mala”, nos pueden dar sentimientos de vergüenza o culpa que pueden arruinar nuestra comida y, a veces, todo el día. Recuerda: sentirse culpable y avergonzado por una comida no nos ayuda a elegir mejor los alimentos en el futuro.
Replantea pensamientos como “No puedo comer X” por “Puedo comer todo tipo de alimentos”. Cuando etiquetamos un alimento como prohibido, puede volverse aún más deseable en nuestra mente. Y cuando ejercemos reglas estrictas sobre lo que podemos o no podemos comer, a menudo nos sentimos fuera de control en torno a los alimentos prohibidos, lo que a veces nos hace comer en exceso o incluso darnos un atracón. En lugar de eso, opta por una forma inclusiva de comer en la que no haya alimentos fuera de los límites y todos los alimentos sean neutrales.
Replantea pensamientos como “Necesito seguir una dieta” por “Quiero honrar mis señales de hambre y aprender a comer de una manera que sea nutritiva y agradable”. Hay investigaciones que demuestran que las dietas estrictas con muchas reglas no funcionan. A largo plazo y en ocasiones puede conducir al desarrollo de trastornos de la alimentación. En su lugar, intenta comer de forma intuitiva y con atención plena: puedes comenzar por controlar el hambre con nuestra escala de hambre o nuestros Eat-Mojis basados en la atención plena.
La forma en que hablamos de cualquier cosa se convierte en la forma en que lo entendemos. Si solo asociamos sentimientos o emociones negativas con la comida, nuestras experiencias alimentarias estarán lejos de ser nutritivas. En lugar de eso, vamos a darnos un poco de amor a nosotros mismos y a nuestras elecciones de comida este Día de San Valentín y todos los días venideros ¡Salud!