Cada año, los estadounidenses abren sus billeteras para adquirir los últimos libros de dietas, productos y programas, en su búsqueda para perder peso. Estos programas a menudo predican una fórmula mágica para “quemar” la grasa corporal y ver cambios dramáticos en la báscula del baño. Sin embargo, muchas veces estos planes de dieta se basan en evidencia contradictoria, lo que lleva a los profesionales de la salud y a la población, a confundirse acerca de la validez científica de estas afirmaciones dietéticas y a cuestionar la credibilidad de sus promotores. La buena noticia es que, a diferencia del pasado, cuando se suponía que era necesaria una “mejor estrategia” única para bajar de peso, ahora las organizaciones profesionales de salud y consejeros de orientación de la dieta concuerdan que cualquier dieta saludable que un individuo pueda seguir y que lo lleve a una pérdida de peso, es la mejor.
En la reciente Conferencia y Expo de Alimentos y Nutrición 2014 de la Academia de Nutrición y Dietética en Atlanta, GA, los expertos revisaron investigaciones que sugieren que la adhesión a una dieta, mas no evitar ciertos alimentos o ingredientes, es un factor determinante en la pérdida de peso exitosa. Por otra parte, la capacidad de cada persona para darle continuidad a una dieta en particular debe ser evaluada para determinar el mejor plan de pérdida de peso para él o ella.
La Guía para el control de peso y la obesidad en los Adultos del 2013, proporcionada por la Asociación Americana del Corazón, el Colegio Americano de Cardiología y la Sociedad de la Obesidad (Circulation, junio de 2014), ofrece la siguiente orientación sobre la elección de un régimen de pérdida de peso:
“Apartado 9
“Determina las metas de pérdida de peso y salud y estrategias de intervención
“El paciente y el médico clínico trazan metas de salud y de pérdida de peso, y estrategias integrales de tratamiento de estilo de vida para lograr estos objetivos.
Los objetivos recomendados para bajar de peso: establecer una meta de pérdida de peso realista y significativa es un importante primer paso. Aunque la pérdida de peso sostenida de tan solo el 3% -5% del peso corporal, puede conducir a reducciones clínicamente significativas de algunos factores de riesgos cardiovasculares, pérdidas de peso más grandes producen mayores beneficios. El panel de expertos recomienda como objetivo inicial una pérdida de 5% -10% del peso basal en un periodo de 6 meses.
Los métodos recomendados para la pérdida de peso: La pérdida de peso requiere la creación de un déficit de energía a través de la restricción calórica, actividad física o ambas cosas. Un déficit de energía de >500 kcal/d normalmente puede conseguirse con la ingestión dietética de 1200-1500 kcal/día para las mujeres y 1500-1800 kcal/día para los hombres. La elección de la dieta baja en calorías puede ser individualizada con las preferencias del paciente y su estado de salud (CQ3). Las dietas muy bajas en calorías (<800 kcal/día) deben utilizarse únicamente en circunstancias limitadas en un centro de atención médica, donde se puede proporcionar supervisión médica y una intervención de estilo de vida de alta intensidad. Si también se prescribe una dieta especializada para la reducción de riesgo de ECV, diabetes u otras condiciones médicas, se recomienda la canalización a un profesional de la nutrición * (CQ3).
Recomendaciones para el manejo de enfermedades durante la pérdida de peso: Mientras el tratamiento de pérdida de peso está en curso, hay que controlar los factores de riesgo como la hipertensión, la dislipidemia y otras condiciones relacionadas con la obesidad. Esto incluye el monitoreo de los requerimientos del paciente en caso de un cambio de medicamentos, en tanto la pérdida de peso avanza, en particular para los fármacos antihipertensivos y para la diabetes, que pueden causar hipoglucemia.”
Las recomendaciones anteriores, dirigidas a médicos, sugieren que un plan de alimentación con restricción de calorías puede ser personalizado con las preferencias del paciente y su estado de salud, con el objetivo de reducir el peso corporal entre 3 a 5%, como un logro clínicamente significativo, y una pérdida de 5 a 9% del peso corporal dentro de los 6 meses siguientes, como una meta inicial.
Más recientemente, la revista de la Asociación Médica de Estados Unidos publicó un estudio titulado “Una comparación de la pérdida de peso entre los programas de dieta de renombre en Adultos con sobrepeso y obesos: un meta-análisis”, que examinó los registros de pérdida de peso de 7,286 individuos con un IMC promedio de 33.7 (septiembre de 2014). Se midió el IMC y la pérdida de peso de los sujetos a los 6 y 12 meses. Después de comparar los 9 artículos que reportaban 48 ensayos aleatorios únicos, los investigadores llegaron a la conclusión de que las diferencias de pérdida de peso entre las dietas individuales eran mínimas, en comparación con los que no estaban a dieta. Los autores sugieren que cualquier baja en carbohidratos o una dieta baja en grasa, pueden ser utilizadas para lograr una pérdida de peso significativa, por lo tanto, se apoya la sugerencia de recomendar una dieta que sea más fácil de seguir para lograr una mayor adherencia.
Durante las reuniones del Comité Asesor de las Directrices Dietéticas (DGAC) del 2015, se escuchó un consejo similar que sugiere una falta de apoyo para establecer el “mejor patrón de dieta”. Las implicaciones del proyecto presentadas durante la reunión del 7 de noviembre de la DGAC, sugieren que los patrones dietéticos que consideran los nutrimentos necesarios para la salud (incluyendo pérdida de peso), se pueden lograr de muchas maneras y deben adaptarse a las necesidades y preferencias del individuo, lo que implica que ningún patrón de dieta o de pérdida de peso, se ajusta a todo el mundo.
Con base en esta evidencia, parece que puede haber muchos caminos para la pérdida de peso y no hay ninguna razón para denigrar una comida favorita ni para evitar uno de los pilares de la dieta, como los carbohidratos, grasas o proteínas. Lo que debería ser más claro para el público es que no hay “una mejor manera” para que todo el mundo pueda lograr una pérdida de peso. Los profesionales de la salud, incluyendo médicos, enfermeras y nutricionistas dietistas registrados, son capaces de utilizar su conocimiento sobre las necesidades de los nutrimentos, riesgos para la salud y los patrones de alimentación individuales, para adaptar un plan que incluya cantidades adecuadas de calorías y actividad física para lograr un peso corporal saludable. Elegir alimentos saludables que se ajusten a las necesidades individuales de cada persona y sus preferencias alimentarias personales, junto con la actividad física planificada, es la mejor solución para el viejo dilema de cómo perder esos últimos kilos rebeldes.
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