El Ingeniero en robótica de Cornell, Hod Lipson, dice que la impresión de alimentos en 3D le dará a los cocineros caseros nuevas opciones revolucionarias para mayor comodidad y personalización.
Por Lisa Palmer, impreso con el permiso de FutureFood 2050, una iniciativa del Instituto de Tecnólogos de Alimentos.
Los días de múltiples aparatos de cocina compitiendo por un espacio en el mueble pueden estar en decadencia, si el ingeniero en robótica Hod Lipson se sale con la suya.
En su lugar, el arreglo de la repisa de aparatos de cocina se podría reducir a una máquina de uso múltiple: una impresora 3D que apila los ingredientes alimentarios capa sobre capa, con instrucciones precisas de un archivo de diseño que le dicta a la impresora cómo el chorro depositará cada ingrediente. Piensa en una máquina de pan, solo que más grande. Y más inteligente.
“Agregas los ingredientes básicos o ingredientes congelados en una impresora, descargas la receta en línea y oprimes imprimir”, dice Lipson, director de Máquinas de Creative Lab de la Universidad de Cornell, cuyo equipo creó la primera impresora de comida 3D hace una década. “La máquina creará tu comida.”
Hod Lipson |
“Creo que lo que la impresión de los alimentos ofrece es una manera de combinar la información de software y tecnología de biometría, con la cocina de una manera que nunca fue posible antes”, dice Lipson.
Teniendo la impresión 3D aún en pañales y la impresión de alimentos apenas en la etapa de gestación, es probable que pasen un par de años más antes de que la visión de Lipson se haga realidad. Pero unas cuantas empresas ya están produciendo máquinas disponibles en el mercado que pueden imprimir alimentos. ChefJet, que puede imprimir en azúcar, se esperaba que lanzara sus modelos de entre $5,000 y $10,000 dólares a finales del 2014. Las Máquinas Naturales con sede en España Barcelona, dirigidas a los consumidores de alimentos “naturales”, también estaban planeando lanzar su Foodini por $1,300 dólares a finales del 2014, con la producción en masa disponible en 2015. Las versiones caseras más sofisticados todavía se encuentran de 2 a 3 años de distancia de la comercialización, dice Lipson, y en el futuro espera que la gente sea capaz de comprar cartuchos precargadas de ingredientes de alimentos (tanto como de cápsulas para bebidas como café o cerveza), o rellenar cartuchos con sus propios ingredientes como el pesto y queso de pasta blanda.
Adaptando la impresión 3-D a la comida
La tecnología de impresión tridimensional ha estado aquí alrededor de unos 30 años, pero solo en los últimos años se ha utilizado ampliamente en industrias como la odontología, la joyería y la industria aeroespacial y de ingeniería. Lipson y su equipo de ingenieros informáticos, matemáticos y biólogos, inicialmente proveyeron libre acceso a su primera impresora 3D de alimentos con código abierto y a las instrucciones sobre cómo hacer una.
Entonces Lipson escuchó acerca de una chica de bachillerato en Kentucky que utilizaba una impresora para hacer dulces de chocolate y crema de vainilla. Trabajó inicialmente en la impresión de los alimentos 3D como una actividad secundaria, investigando cómo imprimir con pastas y geles, y encontró que el glaseado y pastas azucaradas proporcionaban materias primas baratas para experimentar con las formas. Sin embargo, con el advenimiento de la bio-impresión 3D (que utiliza células para crear tejido humano), Lipson se dio cuenta de que la impresión de los alimentos 3D podría despegar. Debido a que algunas impresoras 3D ahora pueden manejar múltiples materiales simultáneamente, se pueden hacer pasteles y otros alimentos en una variedad de combinaciones, formas y texturas adaptadas a los gustos individuales y las necesidades dietéticas, tales como los niveles de azúcar y sal.
La impresión de alimentos, dice Lipson, ha resultado ser mucho más complicada que la impresión de plástico o metal. La tecnología es la misma, pero las capas de materiales semi-líquidos es más compleja. Por un lado, hay que tener paciencia para jugar con la combinación correcta de geles, pastas y polvos (las “tintas” de la impresora) para que la comida sepa bien. Otro factor es encontrar una gran variedad de recetas que utilicen pocos ingredientes básicos disponibles para las impresoras 3D actuales.
Aparte de chocolate y pasteles, el grupo de Lipson ha experimentado con la impresión de queso y pesto para crear productos como quiche y ravioli. (Dependiendo de los ingredientes utilizados, la comida aún puede necesitar ser cocinada después de imprimirse.) Además, alrededor de una docena de grupos de investigación en todo el mundo están experimentando con nuevas ideas en la impresión de alimentos, entre ellos, los alimentos más difíciles que requieren mucho tiempo de cocción, como pasteles complejos y pastas rellenas.
La alegría de la personalización
La utilización de una máquina 3D para imprimir alimentos toma más tiempo que la preparación de alimentos a partir de cero, así que no es una buena manera de hacer una comida sencilla como una hamburguesa convencional, dice Lipson. Pero es una buena forma de personalizar platos para diferentes gustos o para dar cabida a las necesidades dietéticas, médicas o de salud especiales. Un cocinero casero podría alterar fácilmente cada plato de la cena, por ejemplo, con base en las necesidades nutrimentales de los diferentes miembros de la familia.
“Preparar comidas a la medida es difícil manualmente, si en realidad tuvieras que vigilar cada uno de los ingredientes y una posible medicación”, dice Lipson. “Eso es un ejemplo perfecto para el uso de la impresión 3D”.
Los consumidores “tendrán más control sobre su alimentación, sin requerir de toda la habilidad que implica ser un… buen cocinero, lo cual a mucha gente podría o no interesarle “, dice Lipson.
Lipson dice que ve un mercado creciente para las impresoras caseras 3D en las próximas décadas, debido a que las máquinas tienden a atraer a los más jóvenes, porque se sienten más cómodos con las computadoras en la cocina. Otro incentivo para estas generaciones es la oportunidad de incorporar las redes sociales en la cocina: “Tal vez compartir una comida con alguien más que esté muy lejos, en donde ambos imprimen lo mismo y se lo comen juntos”, dice Lipson.
En el futuro, Lipson anticipa que la impresión sofisticada 3D les ofrecerá a los cocineros del hogar, un máximo control sobre los ingredientes que entran en su comida, sin renunciar a la comodidad de los productos manufacturados.
Video relacionado: Hod Lipson for FutureFood 2050
(Hod Lipson para el futuro de los alimentos 2050) – Video en inglés