Por Alyssa Pike, RD
6 de septiembre, 2022
“¿Que hay para cenar?” Es una pregunta que puedes escuchar semanalmente (¡o incluso todos los días!) si eres un padre de niños pequeños.
Pero dependiendo de los estómagos y apetitos individuales en el hogar, la respuesta puede no ser siempre clara. ¿Cómo pueden los padres de niños quisquillosos abordar la cena y otras comidas, incluyendo los refrigerios?
Comencemos señalando que no existe una definición estricta y rápida de “quisquilloso con la comida”, pero generalmente se puede definir como alguien que consume una variedad inadecuada de alimentos a través del rechazo de una cantidad significativa de alimentos familiares y desconocidos. Los quisquillosos para comer pueden variar en edad, pero los comportamientos quisquillosos, especialmente negarse a comer ciertos alimentos (sin importar de cuántas maneras los padres intenten convencer al niño de que muerda), generalmente comienzan alrededor de los dos años, justo cuando los niños comienzan a comer. formando hábitos alimenticios que incluyen gustos y disgustos. Y debido a que los primeros hábitos y preferencias de alimentación de un niño pequeño a veces pueden durar hasta la edad adulta, es esencial ayudar al pequeño a desarrollar un paladar que incluya una variedad de alimentos saludables.
Hay muchas perspectivas cuando se trata de ayudar a los comedores quisquillosos a ampliar su horizonte alimentario, pero hacer que un hijo participe en comidas diversas y nutritivas puede requerir algunas estrategias diferentes, por lo que hemos reunido algunas para que las intentes:
- Dale voz a tu hijo. Los niños de todas las edades a menudo están más emocionados de probar comidas y refrigerios si han participado en el proceso de elegirlos o prepararlos. Por ejemplo, si llevas a tus pequeños al supermercado, permíteles elegir un nuevo ingrediente o alimento saludable para agregar a una comida o merienda esa semana. Los niños también pueden ayudar con algunas tareas fáciles de preparación de comidas, como poner la mesa o enjuagar los productos; solo ten en cuenta qué tareas pueden ser apropiadas para el desarrollo apropiado de tu hijo.
- Recuerda que la autonomía es importante. Alienta a tus hijos a alimentarse solos según su desarrollo, incluso decidiendo la cantidad de comida que quieran comer en una comida. Dar a los niños la capacidad de elegir la cantidad de alimentos que comen (¡e incluso si se los comen o no!) puede ayudarlos a establecer su independencia y aprender a autorregular su ingestión de alimentos en función de las señales naturales de hambre y saciedad de sus cuerpos.
- Evita preparar una opción completamente diferente para ese comensal quisquilloso. Si bien puede parecer tentador preparar regularmente una comida o un refrigerio especial para el quisquilloso en cuestión, es importante no hacerlo. (¡La excepción aquí es si tu hijo tiene alguna alergia o sensibilidad alimentaria, por supuesto!) En su papel de guardianes y modelos para una alimentación saludable, los padres se enfocan en ofrecer una comida o merienda nutritiva a toda la familia (incluso cuando es hora de hacerlo) y los niños deciden cuánto o si van a comer.
- Tómalo con calma y firmeza. Hay que darle alimentos nuevos uno a la vez y hay que ser paciente y constante. ¿Sabías que puede tomar más de diez intentos para que tu hijo acepte y le guste un alimento nuevo? ¡Las pequeñas papilas gustativas necesitan tiempo para apreciar las cosas nuevas! Cuando le des un alimento nuevo, intenta dárselo junto con alimentos familiares que le gusten, y deje que tu hijo decida cómo (o sí) se come el alimento nuevo. Por último, evita ofrecer demasiados alimentos nuevos a la vez: demasiadas opciones pueden ser abrumadoras y desalentar el proceso de explorar verdaderamente todos los placeres sensoriales de los nuevos alimentos. Y recuerda, es posible que a tu hijo realmente le disgusten algunos alimentos, y eso está bien. El objetivo es que estén abiertos a probar alimentos nuevos y diferentes.
- Sé un modelo para tu hijo. Se aprende más de lo que se enseña, ¿verdad? En otras palabras, los padres pueden enseñarles a sus hijos la importancia de probar alimentos nuevos y métodos de preparación ¡haciéndolo ellos mismos! Aquí es donde las comidas familiares son críticas; los padres pueden modelar probando brócoli, puré de papas o salmón con sus hijos en la mesa. Modelar hábitos alimenticios como enfocarse en los alimentos nutritivos, experimentar con estilos de cocina y elegir platillos nuevos y emocionantes para las comidas puede ayudar a los niños a comprender cómo seguir un patrón de alimentación saludable y desarrollar una relación saludable con los alimentos.
- Fomenta conversaciones familiares productivas sobre la comida. Puede ser desalentador escuchar a tus hijos que antes no eran quisquillosos decir “¡Las judías verdes son las peores!” justo cuando ese quisquilloso está listo para probarlas. Promueve una conversación constructiva sobre la comida alrededor de la mesa para que todos puedan abordar su comida con una actitud positiva. Por ejemplo, cuando describas los alimentos, evita palabras moralizantes como “tóxico” o “limpio” y enfócate en frases neutras o descriptivas como “¡El yogurt griego tiene muchas proteínas, lo que ayuda a mantener nuestros cuerpos fuertes!” o “¡Las frutas son dulces y proporcionan vitaminas importantes!” Este enfoque puede ayudar a los jóvenes consumidores a comprender que algunos alimentos pueden ser más sabrosos o brindar ciertos beneficios o nutrimentos sin dar la impresión de que algunos alimentos son “buenos” y otros “malos”.
Finalmente, mientras te preparas para la próxima comida, mantén la mente abierta. Lograr que los hijos prueben y coman una variedad de alimentos constantemente puede ser difícil. Mantente firme, calmado, receptivo y amoroso, ¡y todo mejorará!