Hay muchos tipos azúcares. Algunos son monosacáridos, que son unidades individuales de azúcar y que por lo regular se denominan azúcares “simples”. Otros azúcares son disacáridos, que están formados por pares enlazados de monosacáridos. Los tres principales monosacáridos que consumimos son fructosa, galactosa y glucosa. Se combinan en varios pares para formar los tres disacáridos más importantes en la nutrición humana: lactosa, maltosa y sacarosa. La glucosa es el hilo conductor de cada uno de estos disacáridos: la sacarosa está compuesta de glucosa y fructosa, la maltosa son dos unidades de glucosa unidas y la lactosa es glucosa y galactosa.
¿De dónde viene la lactosa?
La lactosa a veces se denomina “azúcar de la leche” porque solo se encuentra naturalmente en la leche de los mamíferos, incluidas las vacas, las cabras y los seres humanos. La leche de vaca y de cabra se usa para hacer queso y yogurt, pero no todos los productos lácteos contienen la misma cantidad de lactosa. Por ejemplo, los quesos duros como el cheddar, el parmesano y el suizo contienen muy poca o nada de lactosa, mientras que la leche, los helados y el yogurt contienen mayores cantidades de lactosa. Los quesos duros son más bajos en lactosa debido a la eliminación del suero (una solución líquida de grasa, lactosa y proteína) mientras se elaboran, así como a la degradación continua de la lactosa por las bacterias durante el proceso de envejecimiento.
¿La lactosa es un azúcar natural o añadido?
El azúcar que consumimos a menudo se describe como azúcar natural o azúcar añadido. Como muchos otros tipos de azúcares, la lactosa puede considerarse tanto un azúcar natural como un azúcar añadido, según su origen. La lactosa es inherente a la leche de los mamíferos y también puede aislarse de esta fuente original y cristalizarse para su uso como ingrediente en alimentos como productos horneados, caramelos, postres congelados, dulce de azúcar, productos cárnicos, salsas y sopas. La lactosa que se encuentra en la leche natural y los productos lácteos naturales se considera un azúcar natural, mientras que la lactosa que se agrega a los alimentos y bebidas envasados como ingrediente durante la fabricación se considera un azúcar añadido.
¿Cómo se digiere la lactosa?
La digestión de lactosa ocurre en el intestino delgado con la ayuda de la enzima conocida como lactasa. La lactasa descompone la lactosa en los monosacáridos galactosa y glucosa, lo que los hace disponibles para su absorción. En última instancia, nuestras células absorben la glucosa con la ayuda de la insulina. La galactosa se transporta al hígado, donde se convierte en glucosa para su uso en la producción de energía.
Debido a la nutrición fundamental que la lactosa en la leche materna proporciona a los bebés, nacemos con la capacidad de producir lactasa. Solo en raras ocasiones los bebés nacen con deficiencia de lactasa, una condición llamada alactasia congénita. La infancia es la etapa de la vida en la que la producción de lactasa es máxima. Sin embargo, después del destete, la producción de lactasa se ralentiza rápida y drásticamente y, por lo general, disminuye a medida que envejecemos. Esta disminución en la producción de lactasa puede resultar en la incapacidad de digerir la lactosa más adelante en la vida. De hecho, la investigación ha demostrado que aproximadamente dos tercios de la población mundial no produce suficiente lactasa para digerir suficientemente la lactosa.
¿Qué pasa con la intolerancia a la lactosa?
No todas las personas que tienen dificultades para digerir la lactosa experimentan los mismos síntomas, ni se les considera intolerantes a la lactosa. La intolerancia a la lactosa es una condición que se debe a que el cuerpo no produce suficiente lactasa y da como resultado la expresión de síntomas físicos como distensión abdominal y calambres, diarrea y gases. La producción de lactasa es un proceso biológico que está determinado por nuestro ADN. La prevalencia de intolerancia a la lactosa es mayor entre los descendientes de asiáticos del este y más baja entre los descendientes de Europa del Norte.
Tener intolerancia a la lactosa no es lo mismo que tener alergia a la leche. Las reacciones alérgicas a la leche son la respuesta del sistema inmunológico a las proteínas (por ejemplo, suero y caseína) en la leche. La intolerancia a la lactosa se debe a la baja producción de lactasa y da como resultado respuestas físicas del sistema digestivo. Es importante conocer la diferencia entre una alergia alimentaria y una intolerancia, así que habla con un dietista registrado o con tu proveedor de atención médica primaria si tú o tu hijo experimentan síntomas asociados con cualquiera de ellas.
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