Un nuevo estudio se suma al debate sobre los lácteos

Por Allison Webster, PhD, RD | 13 de septiembre del 2018
Última actualización 13 de septiembre del 2018

Puntos a Destacar: 

  • Las Guías Dietéticas para los estadounidenses recomiendan elegir productos lácteos bajos en grasa y sin grasa en función del contenido de grasas saturadas de los productos lácteos enteros, que se ha asociado con un aumento del colesterol LDL (“malo”). Sin embargo, este tema ha sido recientemente debatido dentro de la comunidad nutrimental.
  • Este estudio observacional encontró que la ingestión de productos lácteos enteros y bajos en grasa (más de 2 porciones por día) se asoció con una reducción en el riesgo de eventos cardiovasculares mayores y mortalidad.
  • A pesar de que los resultados de este estudio se ven fortalecidos por su tamaño de muestra grande y diverso, existen limitaciones, como la recopilación restringida de datos de ingestión dietética y el diseño del estudio de observación. Este tipo de estudio no puede proporcionar evidencia directa de que el consumo de productos lácteos previene la enfermedad cardiovascular o la mortalidad.

 

Un nuevo estudio publicado en The Lancet está fuera de las prensas, y los resultados pueden sorprenderte: una mayor ingestión de productos lácteos (más de dos porciones de productos lácteos por día) se asoció con un menor riesgo de mortalidad y enfermedad cardiovascular. Pero, ¿qué significan estos hallazgos para uno mismo? ¿Debería cambiar de leche descremada a leche entera? Hemos evaluado el estudio y hemos puesto los resultados en perspectiva. Sigue leyendo para que conozcas nuestro punto de vista.

¿Por qué fue que se hizo este estudio?

El propósito de este estudio fue evaluar cualquier asociación entre los productos lácteos enteros o ciertos productos lácteos con la mortalidad y enfermedades cardiovasculares.

Esta investigación se suma a un debate candente en la comunidad nutrimental, con algunas investigaciones que muestran que reducir la grasa saturada reduce el riesgo cardiovascular y otras investigaciones que muestran lo contrario. Además, los productos lácteos enteros no son recomendados actualmente por las Guías Dietéticas para los estadounidenses.

Métodos

Esta investigación fue parte del estudio Prospectivo de Epidemiología Rural Urbana (PURE), un gran estudio de cohorte multinacional de 136,384 individuos de 35 a 70 años de 21 países en cinco continentes. Es uno de los estudios observacionales más diversos realizados hasta la fecha. De hecho, hemos escrito sobre un estudio anterior de esta cohorte antes.

La ingestión de productos lácteos enteros y bajos en grasa (definidos como leche, yogurt, bebidas de yogurt, queso y platos mixtos preparados con productos lácteos) se evaluó utilizando un cuestionario de frecuencia de alimentos (FFQ, por sus siglas en inglés) para un país específico al inicio del estudio. Se les preguntó a los participantes con qué frecuencia habían consumido en promedio comidas y bebidas específicas en el último año y los productos lácteos se clasificaron como bajos en grasa o enteros. La ingestión de mantequilla no se midió en algunos de los FFQ, y la crema y el helado no se incluyeron en el análisis publicado, por lo que pudimos ver.

De esta información, los participantes se agruparon en cuatro categorías: no consumidores de lácteos (28,674 personas), menos de una porción por día (55,651), una a dos porciones por día (24,423) y más de dos porciones por día (27,636). Durante unos nueve años antes de que se evaluaran los resultados, se siguió de cerca a los participantes.

Resultados

El consumo de lácteos se asoció con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular y muerte. En comparación con las personas que no consumieron productos lácteos, los que consumieron más de dos porciones por día tuvieron tasas de mortalidad totales más bajas (3.4 por ciento frente a 5.6 por ciento), menor riesgo de enfermedad cardiovascular mayor (3.5 por ciento contra 4.9 por ciento) y menor riesgo de accidente cerebrovascular (1.2 por ciento contra 2.9 por ciento).

Entre las personas que comieron solo productos lácteos con grasa entera, las que consumieron aproximadamente tres porciones por día tuvieron tasas de mortalidad ligeramente más bajas que las personas que consumieron menos de la mitad de una porción por día (3.3 por ciento contra 4.4 por ciento), y se observó un patrón similar para la enfermedad cardiovascular (3.7 por ciento contra 5.0 por ciento). No se observaron diferencias estadísticamente significativas en la mortalidad o el riesgo de enfermedad cardiovascular cuando se trató de productos lácteos bajos en grasa. No se asoció la mayor ingestión de grasas saturadas de los productos lácteos con la mortalidad total o con una enfermedad cardiovascular importante.

Fortalezas y limitaciones

No se puede negar que este estudio tenía un tamaño de muestra muy grande y diverso. Este podría ser el primero de su tipo en analizar el consumo de lácteos y las enfermedades cardiovasculares en un rango tan amplio de países. Pero a pesar de estas fortalezas, sigue siendo un estudio observacional, un tipo de diseño de estudio que tiene muchas limitaciones. Ya escribimos sobre estos puntos, pero es importante mencionar que los estudios observacionales no pueden probar causa y efecto, es decir, no podemos concluir que comer más productos lácteos evita que las personas mueran o sufran un ataque cardíaco.

Además, aunque el estudio controló varios factores ambientales y de salud como la edad, la educación, si alguien fuma, los antecedentes familiares y la ingestión dietética de frutas, verduras, carnes rojas y alimentos ricos en almidón, puede haber otras variables de confusión que diferencien a las personas que están dispuestas a hacerlo y capaz de consumir más productos lácteos en estas áreas en comparación con aquellos que no lo harán o no podrán. Por ejemplo, las personas con ingresos más fungibles pueden comprar estos alimentos, mientras que las personas con ingresos más bajos no pueden. En particular, el ingreso individual no se incluyó en los modelos estadísticos que tienen como objetivo dar cuenta de los posibles factores de confusión; en cambio, los países específicos se describieron como de ingresos “bajos”, “medios” o “altos”.

Otra dificultad importante fue que el estudio solo midió lo que los participantes consumían en un momento determinado y no realizó ninguna medición de seguimiento de la ingestión dietética, por lo que es imposible saber si los participantes cambiaron sus hábitos alimenticios con el tiempo. Los autores del estudio reconocieron este punto y destacaron una de las desventajas comunes de los estudios observacionales: el seguimiento con los participantes requiere mucho tiempo, es intensivo en mano de obra y es costoso, lo que hace que la recopilación continua de información sea difícil, si no imposible.

Poniendo al estudio en contexto

Entonces, después de todo esto, es probable que aún te preguntes qué tipo de yogurt echar en tu carrito de compras. Y la respuesta es, bueno, complicada. Como mencionamos, las Guías Dietéticas recomiendan productos lácteos bajos en grasa o sin grasa, y esa es generalmente la norma que buscamos para obtener asesoramiento. Sin embargo, los productos lácteos enteros en grasa recientemente se han disparado en los círculos de nutrición y una investigación como esta indica que pueden no ser tan “malos”, como siempre hemos pensado.

En The New York Times, el autor principal del estudio señala que las Guías Dietéticas actuales se basan en los presuntos daños de los ácidos grasos saturados en un solo marcador de riesgo, el colesterol LDL. Pero los productos lácteos incluyen muchos nutrimentos diferentes, incluyendo proteínas y calcio. Decir que un nutrimento es “malo” o “bueno” sin tener en cuenta el perfil completo de nutrimentos de los alimentos, ha producido resultados inesperados y, a veces, dañinos.

Hasta que sepamos más acerca de cómo la grasa saturada de los productos lácteos afecta nuestra salud, es importante elegir los productos lácteos que te gusten, considerando el consumo de calorías y grasas y hablar con tu proveedor de atención médica si tienes alguna inquietud. Podrán tomar esa información y aplicarla en el contexto de, digamos, los niveles de LDL y determinar si se podría o debería hacer algún ajuste a la dieta.

No hay duda de que este debate no ha terminado, y puedes apostar que estaremos listos para volverlo a platicar contigo en el futuro.

Este blog incluye contribuciones de Alyssa Ardolino, RD, y Megan Meyer, PhD.